domingo, 29 de mayo de 2011

Y finalmente les presento el cierre: las conclusiones

En este trabajo se analizó el tema de la construcción de la realidad en tres piezas de cine venezolano, Soy un delincuente, Secuestro Express y Hermano. Las dos primeras asocian a personajes jóvenes pobres con el estereotipo del delincuente, popularmente llamado “malandro” en Venezuela. Sobre la base de los planteamientos de Roberto Aparici, en su libro “La construcción de la realidad en los medios de comunicación” (2010:14), puede establecerse que esta caracterización del delincuente entremezcla un tratamiento de “reflejo de la realidad” con el de “reproducción” de ella, recreada artísticamente por los realizadores en sus producciones fílmicas y con una trama producto de los filtros personales que cada director aplica para comprender esa realidad. Así, personajes como Ramón Antonio, en Soy un Delincuente; y Trece, Budu y Niga, en Secuestro Express, no son más que una construcción de los realizadores; que intentan, a manera de denuncia, mostrar un espejo de la sociedad. A tal fin presentan una porción de ella filtrada, la cual corresponde a la población marginal joven que vive al margen de la ley, en reacción a su situación de miseria y a un entorno urbano signado por los grandes contrastes sociales y la violencia callejera.
Del mismo modo, los personajes de estas dos películas venezolanas insisten en la idea de un joven de los estratos sociales bajos, violento, sin escrúpulos, sin valores. Esta visión constituye lo que la escritora nigeriana Chimamanda Adichie llama “canon representacional”.
Al analizar a estos personajes a la luz de lo expuesto por Robyn Quin acerca de los estereotipos en tanto simplificación y fragmentación de la realidad…” y de aspectos claves que los reafirman, como son la repetición, la “categorización del mundo real”, el reforzamiento del sistema de convenciones sociales, la representación de grupos y su descripción subjetiva,  se halló que el personaje del delincuente del cine venezolano cumple con algunos de estos rasgos:
  • Ha aparecido de manera repetida en varios filmes
  • Es tratado según las convenciones aceptadas por la generalidad de la sociedad
  • Representa a un grupo social que existe y responde a una descripción personal de los realizadores.
  • Por tanto,  se puedo concluir que este personaje constituye un estereotipo.
Sin embargo, también es importante destacar que puede haber otras representaciones de la realidad social de los barrios pobres y de sus jóvenes, que presenten distintas facetas de este sector de la población, como la mostrada por Marcel Rasquin en su filme, Hermano. Se podría afirmar que esta producción sigue la nueva corriente del cine latinoamericano que “ha dejado de reproducir el relato reconstruido…”, según apunta Roberto Aparici.
Finalmente, al cuestionar cuál es el origen de ese estereotipo del joven delincuente venezolano mostrado por el cine venezolano, más allá de los paralelismos que hace el psicólogo Axel Capriles (2008:166) sobre la figura del “malandro” con la del pícaro como héroe justiciero de los pobres, la respuesta se encontró en la propia sociedad, en sus sistemas de valores, en su manera prejuiciada de ver al país a través del cristal o de la “burbuja” –como la llama el sociólogo Luis Pedro España–, con que las clases sociales minoritarias ven a esa inmensa mayoría pobre.

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