lunes, 9 de mayo de 2011

Sin más preámbulos…

…les presento mi tema:

La construcción de la realidad en el cine venezolano
y el estereotipo del joven pobre

Ahondar en los misterios del lenguaje del cine y la fascinación que este medio me causa, es el punto de partida que motivó el abordaje de este tema. También, reconozco que esta misma fascinación es la que ha atraído a las salas de cine a públicos de gustos muys variados. Otra importante motivación que me ha conducido por este tema es que los investigadores venezolanos tenemos una deuda pendiente con el cine nacional. Si bien existen estudios sobre este medio como industria cultural, no los hay sobre los contenidos de las películas venezolanas ni sobre su tratamiento de realidad del país.
A manera de avance, puedo mencionar que desde la década de los años `70 hasta la actualidad, el cine venezolano ha trabajado en la temática de la denuncia social que, entre otros aspectos, suele mostrar el estereotipo del chico duro de barrio pobre, el “malandro”, arrastrado por el mundo de las drogas, el sicariato y el crimen. De esta forma de construcción de la realidad son ejemplo “Soy un delincuente”, de los `70 y más recientemente, en la década pasada, “Secuestro Express”. Sin embargo, el año 2010 se estrenó una producción que podría considerarse como una propuesta alternativa a esa visión estereotipada, se trata de la película “Hermano”, del director Marcel Rasquin, en cuyo trailer de presentación introducía la historia de dos chicos de un sector marginado de la capital del país y que se resume a continuación:
Daniel y Julio son dos jóvenes pobres que se criaron juntos, como hermanos. La presión del entorno social en el que se desenvuelven, obliga a Julio a debatirse entre seguir el camino fácil de la delincuencia para mejorar las condiciones de su familia o ir en contra de la corriente y poner en peligro su vida.
Esta última producción fílmica se sale del patrón seguido por las otras mencionadas, al presentar una faceta distinta de los chicos pobres de Venezuela; de ahí que será analizada como caso de estudio. Mi propósito, entonces, es explorar cómo el cine venezolano ha construido su propia realidad sobre estos jóvenes vinculada con el estereotipo del delincuente juvenil, popularmente llamado “malandro”.
Para seguir con el desarrollo de este tema haré un paneo que inicia con una mirada por el pasado, deteniéndome en el film Rashamon, de Kurosawa. Luego, retomaré los planteamientos de la escritora nigeriana Adichie, quien asegura: “Un relato no es necesariamente una única historia”. Seguidamente, presentaré un breve análisis sobre el retrato estereotipado del “malandro” en el cine venezolano, a partir de los ejemplos seleccionados, paseando por la tesis del pícaro venezolano como el héroe justiciero; para, finalmente, concluir.

Comparto con los lectores de este blog algunas de las preguntas que me han surgido en mis reflexiones sobre este estudio:
- ¿De qué manera el cine venezolano ha construido su propia realidad sobre el joven pobre, vinculada con el estereotipo del delincuente juvenil, del “malandro”?
- ¿Cómo el cine ha empleado los elementos de su lenguaje para representar a personajes característicos de ciertos géneros, como el western (o el charro del cine mexicano), el thriller policial, entre otros, y para construir realidades?
- ¿Qué patrones del cine internacional ha seguido o ha descartado la cinematografía venezolana para tratar los problemas sociales del país desde los años `70 hasta hoy?
            Quizás no logre darle respuesta a todas por el corto tiempo que me queda para cerrar este diario, pero lo intentaré.
            Hasta una nueva entrega…


Rasquín habla de su proyecto de la película Hermano, que ha recibido el reconocimiento de la crítica internacional

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